De todas las emociones, el enfado es una de las que más mala prensa tiene.
Es una emoción, que al igual que la agresividad, se nos ha reprimido desde pequeñas(os), y en cambio es una de las más liberadoras, si se gestiona bien.
El enfado indica frustración, y la frustración indica que no está ocurriendo algo que nosotras(os) queremos o por el contrario, está sucediendo algo que nos incomoda y no lo queremos.
El enfado es un mecanismo de defensa
La emoción de enfado es un mecanismo de defensa que me ayuda a poner límites, me muestra que no estoy siendo respetada(o) y que alguna necesidad mía no está siendo satisfecha. Me ayuda a decidir qué quiero y qué no quiero para mi vida.
Algo que debemos valorar cuando nos enfadamos es cómo expresamos ese enfado, porque ahí es donde está la clave para resolver y para sacar algo positivo del enfado.
La importancia de expresar nuestras emociones
Todas las emociones deben ser expresadas para que no se queden en el cuerpo y no generen una enfermedad. El enfado, por ejemplo, genera dolor de estómago, si yo no soy capaz de expresar lo que me ha molestado. Da igual cómo reaccione el otro, lo importante es que yo sea capaz de expresar lo que no me gusta para liberar esa energía de mi cuerpo y que no me duela nada.
Nuestro enfado tiene un sentido biológico y muchas veces de supervivencia, y un ejemplo claro es cuando una madre ve cómo alguien hace daño a sus hijos, le sale la loba que lleva dentro y se enfrenta a quien haga falta por protegerlos. Otro ejemplo, es ser capaz de poner un límite si alguien me está haciendo daño, ya sea física o emocionalmente.
Conocer el origen de nuestro enfado
Cuando un niño se enfada, muestra su malestar ante alguna situación. Si no se enfadara, posiblemente no nos daríamos cuenta de que le pasa algo. Como padres o adultos de referencia hay que poner atención a esa emoción, para ver qué necesidad no se está cubriendo y poder ayudarle a resolverlo, enseñándole a comunicar, gestionar y afrontar de forma constructiva esa situación que le está generando malestar.
De la misma manera cuando somos adultos, si no atendemos nuestra necesidad o vemos dónde está el origen de ese enfado, no vamos a poder resolverlo. Aquí tenemos más facilidad para verlo y expresarlo, y somos capaces de usar la palabra para comunicar y resolver nuestro malestar. Y si el grado de enfado es muy grande, somos capaces de salir de la situación para no generar un conflicto mayor.
Un enfado no resuelto puede generar rencor y el rencor es una de las emociones más dañinas para nuestro cuerpo, y por eso hay que verlo antes de que llegue a más.
¿Qué podemos hacer cuando estamos enfadadas(os)?
1. Ver qué te ha generado el enfado.
Cierra los ojos y respira unos segundos para conectar con la situación que te ha generado ese enfado.
2. Pensar, ¿qué necesidad tenías que no ha sido satisfecha y te ha generado ese malestar?
Cariño, atención, descanso, que te cuidaran…
3. ¿Qué factores externos han influido en ese enfado?
Tu pareja te ha exigido algo, tu jefe te ha juzgado… ¿Qué motivos tuvieron para actuar así? Ponte en su lugar para entender su necesidad.
4. Valida la necesidad de la otra persona para poder resolver el conflicto.
5. Pregúntate, ¿puedes hacer algo para que esa situación no se repita?
– Si puedes hacer algo, hazlo y resuélvelo.
– Si no puedes hacer nada, aléjate de la situación, respira y medita qué puedes hacer la próxima vez.
Descubre qué se esconde detrás del enfado, en el siguiente vídeo:
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Un besito.