Los adolescentes, al igual que los adultos, pasan por muchos momentos en los que se sienten perdidos y no saben cómo afrontar determinadas situaciones. Seguramente no saben qué les pasa, y puede que hayan intentado superarlas solos, pero si no lo consiguen, pueden empezar a tener cambios conductuales, emocionales y psicológicos que son síntomas de que lo están pasando mal.
Como padres queremos ayudar, pero a veces no sabemos cómo hacerlo o no tenemos las herramientas necesarias, y es en estos casos cuando la terapia se vuelve necesaria para que tengan un desarrollo normal y no se les generen traumas a los que se tendrán que enfrentar, tarde o temprano.
Pablo tiene 11 años actualmente, y cuando llegó a terapia con 9 años se hacía pis en la cama y sus padres no sabían cómo ayudarle porque él no contaba nada. Descubrimos que en la escuela se metían con él y que había vivido algunas escenas de maltrato por parte de sus compañeros. Trabajamos su autoestima, la resolución de conflictos sin violencia y otra manera de comunicarse, que le dieron fuerza para superar ese bache. Actualmente es un niño feliz, con amigos y capaz de comunicar lo que quiere y necesita sin miedo.
Dentro de los trastornos más comunes a estas edades, como se ve en el caso anterior, están la falta de autoestima, la inseguridad, depresión, ansiedad, fobias, fobia social, anorexia y bulimia, entre otras.
Cómo saber si nuestro hij@ necesita ayuda:
- Presenta cambios bruscos en su estado de ánimo. Está más irritable y enfadado.
- Está triste, decaído y más callado de lo normal.
- Está nervioso o preocupado con frecuencia.
- Tiene miedos o ansiedad y dificultades para dormir.
- Muestra rechazo a relacionarse con los demás y conflictos varios.
- Evita ciertas situaciones, ya sea encontrarse con amigos o asistir al colegio.
- Empeora notablemente en su rendimiento escolar y le cuesta concentrarse.
- Está más rebelde y se cierra ante las conversaciones con los mayores.
- Tiene cambios en sus hábitos alimenticios.