Cuando se da un conflicto dentro de un sistema familiar y sus participantes no son capaces de ver soluciones, el hecho de que entre una persona externa ayuda a ver las cosas de otra manera. Sobre todo, cuando hay situaciones que están viciadas y de las que es difícil salirse.
Suele ser muy útil cuando hay algún adolescente en la familia, que intenta imponerse ante los padres, y al mismo tiempo no se siente escuchado… y donde los conflictos son diarios. La adolescencia es un momento crucial en el desarrollo de una persona, y suele ser un momento que genera mucho sufrimiento tanto a los padres, como al adolescente. Además, si los padres son muy autoritarios y controladores, pasan a ser el “enemigo” y esto genera muchas trabas a la hora de que puedan acceder a sus hijos.
En esto casos, es muy útil que se genere un espacio común, acompañado por un profesional que medie entre las dos partes, ayudando a que haya un mayor entendimiento y que mejore así la comunicación y la escucha sea más efectiva. El terapeuta ayuda a llegar a acuerdos, pactar compromisos y tareas para ambas partes, mejorando mucho la convivencia y el bienestar de la familia.
Aaron de 12 años, es el mayor de tres hermanos y tiene un padre que se quedó reducido a una silla de ruedas por un accidente. Su madre trabaja todo el día para mantener a la familia, y por necesidad, se cargaron sobre él ciertas responsabilidades que le desbordaron e hicieron que el chaval tuviera un cambio de conducta importante y no quisiera estar en su casa en todo el día. Después de varias sesiones se reorganizaron las tareas entre los 5 miembros de la familia, y a Aaron se le dio ese tiempo que necesitaba para compartir con sus iguales y poder estudiar. Poner orden en este punto, trajo orden a nivel de conflictos y estos se redujeron considerablemente.
También se suelen utilizar para familias donde hay un enfermo mental. Este tipo de terapia ayuda a identificar factores que están afectando al paciente y que la familia desconoce, y por otra parte ayuda a los familiares a entender al enfermo y a aprender herramientas para enfrentarse a las múltiples situaciones conflictivas que se les van a presentar.
Laura tiene dos hermanos y una hermana con esquizofrenia. Su padre falleció y su madre es muy mayor, por lo que ella se encargaba de su familia, y a ratos de su madre y de su hermana. Como ella no pedía ayuda, sus hermanos se desentendieron de ese compromiso.
Cuando ella hizo un trabajo personal y se empoderó, fue capaz de proponer a sus hermanos que la apoyaran y a pesar de que en un principio les costó, porque no entendían la enfermedad de su hermana pequeña, tras varios encuentros dirigidos donde se les dio información sobre la esquizofrenia y se distribuyeron tiempos y tareas, la situación mejoró considerablemente para Laura, quien actualmente sigue cuidando de su madre y de su hermana, pero con el apoyo de toda la familia.