Se utiliza cuando hay conflicto entre dos partes, por ejemplo, en casos de separaciones donde no se llegan a acuerdos con respecto a los hijos o cuando surgen problemas de relación entre padres e hijos adolescentes u otros miembros de un grupo familiar.
También es muy recomendable en casos donde haya disputas que puedan surgir con el cuidado de familiares mayores o con discapacidad; durante la convivencia entre padres e hijos ya mayores obligados a compartir el hogar por falta de autonomía económica; ante las diferencias entre hermanos en la distribución de bienes de la familia, etc.
El mediador, es una persona cualificada y neutral, que ayuda a las partes a dialogar y a alcanzar acuerdos consensuados para resolver problemas, de malos entendidos y de desencuentros que a veces tienen una larga historia.
El objetivo de la mediación es aclarar, comprender y redefinir el conflicto para respetar las necesidades e intereses de todos. La mediadora no decide, ni opina, ni juzga; sólo facilita el proceso de entendimiento y diálogo.
La mediación evita posturas antagónicas de ganador-perdedor y plantea los temas en términos de que todos ganan. Por eso la mediación es especialmente propicia para el tipo de conflictos en el que las partes enfrentadas desean o deben continuar la relación, como ocurre en el ámbito familiar, haya o no separación.
Rita se casó con 22 años y tuvo tres hijos. Cuando su hija pequeña cumplió 10 años eligió separarse de su marido, quien no se lo perdonaba y desde su enfado, generaba muchos conflictos, hablando a sus hijos mal de su madre, no pasándole la pensión de los hijos, acosando y controlando a Rita constantemente… Nos costó que accediera a un encuentro de mediación, pero cuando lo hizo entendió que con esa actitud a quien hacía daño era a sus hijos y a sí mismo. La situación mejoró considerablemente, y actualmente ambos han rehecho sus vidas con otras personas y se encuentran bien.